Del Mail que llega al blog de 4* República
El golpe mediático posiblemente no se sienta en México. Es más nada hemos sabido del tema por nuestros medios de comunicación. El poder de la iglesia en nuestra tierra tiene un significado más profundo: los círculos de poder estan presentes con los rosarios en mano (o con los dólares). Que tiemble el clero mexicano porque ha llegado un cazador de brujas que no le importa la excomunión.
Jeff Anderson vs. Norberto Rivera
rodrigo vera
Obispos, arzobispos y cardenales de Estados Unidos ya han sido demandados por el exitoso litigante, quien no se conforma con llevar a juicio a los sacerdotes violadores, sino que ataca siempre a sus superiores jerárquicos, cuyos bolsillos se han visto muy menguados por las indemnizaciones que deben pagar. Jeff tiene atemorizada a la jerarquía de ese país. El especialista en asuntos religiosos Carlos Fazio, en su libro En el nombre del Padre --en el que aborda el problema de la pederastia sacerdotal--, proporciona algunas claves que explican el éxito de Jeff: en sus demandas, el litigante siempre equipara a la Iglesia “con las organizaciones del crimen organizado”; tiene su “cuartel general” en Roma, posee amplios recursos económicos y está bien estructurada jerárquicamente. Cuando algún sacerdote comete un delito, la estructura vaticana ve amenazado su prestigio e inmediatamente lo protege. En consecuencia, aquí su comportamiento es similar al de las organizaciones mafiosas.
De ahí que Jeff Anderson se valga del mismo recurso jurídico para combatir al crimen organizado, el estatuto Racketeering Influence and Corrupt Organizations (RICO), que se ha utilizado contra las “familias” de la mafia estadunidense y su ramificaciones en otros países. El abogado intenta ahora aplicar este estatuto de alcance internacional, puesto que Rivera Carrera y el arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, están involucrados en la protección del padre Nicolás, buscado por la justicia estadunidense desde los años ochenta. A ambos, Jeff los acusa de “conspiración a la pederastia”.
La carta fuerte del abogado es el joven Joaquín Aguilar, un ciudadano mexicano que, siendo niño, fue abusado por el padre Nicolás, en el Distrito Federal, y se atrevió a dar su testimonio en la revista Proceso y luego ante la Corte angelina. Jeff es hoy su defensor, en alianza con la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés), una organización estadunidense que defiende a este tipo de víctimas. Tan pronto demandó al cardenal Rivera, Jeff y su equipo de abogados viajaron a la Ciudad de México para dar una conferencia de prensa sobre el asunto. Pero inmediatamente, el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal, les envió a agentes de Inmigración que intentaron arrestarlos, puesto que traían visa de turistas.
Tuvo que intervenir la embajada de Estados Unidos, que impidió el arresto. A punto estuvo de surgir un conflicto diplomático. Actualmente, el abogado ya no puede internarse en México; fue el castigo que le impuso el Instituto Nacional de Migración (INM). Este hecho demostró que el actual gobierno panista mexicano, de inspiración católica, también protege al cardenal. No está dispuesto que en una Corte extranjera se enjuicie al arzobispo de la Ciudad de México, el jerarca católico más importante del país. El próximo 20 de febrero, Jeff y los abogados del cardenal tendrán que encararse, por primera vez, en la Corte de Los Ángeles. El abogado de la arquidiócesis de México, Bernardo Fernández, ya adelantó que no caerá en los “chantajes” multimillonarios a los que Anderson está acostumbrado.
Así, el litigio contra un jerarca mexicano no será nada fácil para el abogado estadunidense, puesto que aquí no sólo es la Iglesia, sino también el aparato estatal el que está en su contra. Jeff Anderson intenta dar el gran golpe que acrecentará su prestigio. ¿Lo logrará?... esa es la incógnita.