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El ùnivo pero para este cartón es que al miserable pelele del Stablishment no hay que llamarle presidente
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Estrictamente personal Raymundo Riva Palacio 06 de diciembre de 2006 |
¿Qué sucedió el 1 de diciembre? No parece un tortuoso relevo de gobierno, sino el principio de un cambio profundo en un México obsoleto
Una fotografía del 1 de diciembre será la huella digital para los historiadores. La gráfica, tomada por Lucía Godínez y publicada en la primera plana de EL UNIVERSAL el sábado pasado, lo dibuja todo. Un presidente saliente atrapado en los rituales de la Presidencia del régimen autoritario, absolutamente derrotado. Un presidente entrante, aferrado a los rituales de la Presidencia autoritaria, colocándose él mismo la banda presidencial y observando con gesto sombrío el salón de sesiones de San Lázaro, lleno de barricadas y golpes. La tribuna, que en ese acto ritual fue siempre aséptica, estaba totalmente sucia, entendiéndose por suciedad todos los personajes que, siguiendo el guión del pasado, no deberían estar ahí: diputados del PAN y del PRI que sirvieron de escudo contra legisladores del PRD y militares diplomados que sirvieron de línea de choque para crear una burbuja de seguridad dentro de la cual Felipe Calderón pudiera llegar a la máxima tribuna popular del país.
Como agudamente lo había comentado la priísta Beatriz Paredes días atrás, todo se trataba de una lucha por el ritual de la vieja Presidencia autoritaria. ¿Por qué se aferró a ir Vicente Fox a la toma de posesión de Calderón cuando sólo una vieja costumbre, que no la ley, lo invitaba a ella? ¿Por qué Calderón, que tuvo opciones negociadas para que se cambiara la sede de la toma de posesión, se aferró a ir a San Lázaro, a la sede del Congreso de la Unión, para rendir protesta en una caótica ceremonia de 180 segundos? ¿Por qué el PRD garantizaba a Calderón que tuviera una toma de posesión sin contratiempos a condición de que no fuera en el salón de plenos de San Lázaro? Todos luchaban por el mismo espacio. Todos forzaron la ceremonia en el Congreso. Y todos contribuyeron a disparar el tiro de gracia a la Presidencia autoritaria.
Pero la prudencia llama a no festejar el fin del viejo sistema político que se instaló en 1928 y que produjo más de siete décadas de Presidencia autoritaria y seis años de anarquía foxista. Es posible que los políticos no se estén dando cuenta de lo que sucedió, y que más que un mero cambio de gobierno, haya sido el fin de un régimen. En una reciente plática en la UNAM, el ex vicepresidente de Gobierno español, Alfonso Guerra, quien durante muchos años fue ideólogo y estratega político de Felipe González, advertía sobre lo que estaba pasando en México y los riesgos que se correrían si, como en España en 1898, los políticos no se daban cuenta del cambio fundamental que vive su país. Ese año, España perdió sus últimas colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que simbolizó el fin del gran imperio español, sumiendo al país en una desesperación que le duró casi 80 años, pues tanto sus instituciones como su sociedad estaban caducas.
Falta la línea del tiempo de la historia para tener con mayor claridad los momentos y los tiempos mexicanos, pero se puede argumentar que el acuerdo de los generales que ganaron en la Revolución, para dirimir en adelante sus diferendos a través de la política, el paso previo a la creación de las instituciones y de un partido dominante que dieron inicio al sistema político mexicano, comenzó a debilitarse a fines de los años 60, cuando diferentes segmentos de la población -campesinos, médicos, estudiantes y, pocos años antes, obreros- empezaron a sentirse sin representación ni opciones políticas. Las reformas políticas de 1978-1979 encaminaron a la izquierda a la vida legal, pero no transformaron el corporativismo ni el clientelismo, que fueron la base del sistema. No fue sino hasta el enorme ajuste en el gasto gubernamental en 1985, cuando al perder la burocracia más de 200 mil puestos y la certidumbre de futuro garantizado, que el clientelismo quedó dañado para el futuro. Los golpes al sindicalismo en los 90 contribuyeron a debilitar el corporativismo, a la vez que Pronasol, que cambió la distribución de los recursos del partido a delegados federales, liquidó el clientelismo.
El resultado de todo ese potaje fue la victoria de Vicente Fox en 2000, cuando la izquierda le dio su apoyo para sacar al PRI del poder. Le creyeron sus promesas de cambio, y se deslumbraron por iniciativas efectistas pero ineficaces, que borraron las transformaciones políticas de fondo. Fox nunca pretendió desmantelar el viejo sistema autoritario y mantuvo intacta la Presidencia en términos de esos recursos de fuerza. El desastre de su Presidencia está relacionado no con la ausencia de posibilidades de fuerza, sino con su ineptitud como administrador de ella en su Presidencia autoritaria. Fox fracasó en la consolidación de la democracia mexicana al no impulsar la modernización del sistema complejo de instituciones, de las reglas y los mecanismos de incentivos y castigos a fin que, en palabras del teórico del autoritarismo, Juan Linz, la democracia fuera "el único juego" para todos.
Las reglas de juego que hicieron que la rendición de cuentas vertical, a través del IFE por ejemplo, fueran muy útiles en 2000 -por razones inclusive de la personalidad de los actores-, resultaron obsoletas en 2006. El proceso electoral este año fue la crisis de las reglas del juego, de sus viejas leyes, normas y, por consiguiente, de sus instituciones. Servían como convención para el proceso de transición democrática, pero no para la consolidación, por lo que su raído andamiaje no resistió. La fotografía de Godínez subraya ese corolario, donde todos los actores políticos permanecen atados al ritual autoritario mexicano.
¿Qué es lo que viene? Está visto que la democracia representativa, cuando menos en el caso mexicano, llegó a sus límites, quizás no tanto por sí misma, sino por la falta de incentivos entre los actores para que realmente funcione, como lo son reformas para la reelección inmediata en todos los niveles o leyes de revocación de mandato (plebiscito y referéndum). ¿Será el tiempo de la democracia delegativa que explicó Guillermo O´Donnell en 1994 que implica una institucionalización débil y una rendición de cuentas horizontal a través de la sociedad? O´Donnell argumentaba que en los nuevos tipos de democracia había que atender más a los factores históricos y socioeconómicos que heredaba un nuevo gobierno que a aquellos del régimen autoritario que lo precedió, y que el nuevo gobernante tenía que alejarse de sus promesas de campaña para buscar el bien de la mayoría. Calderón arrancó su gobierno con iniciativas tomadas del prontuario de Andrés Manuel López Obrador, pero sin saberse a ciencia cierta si respondía a lo planteado por el teórico argentino o como golpe mediático a su adversario. ¿Para dónde vamos? Más que adivinarlo, es preferible que los actores políticos lean con cuidado lo que está sucediendo. De otra manera, es probable que la España de 1898 se repita en estas tierras.
rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacio@yahoo.com
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Astillero
Mensajes de Bucareli
Microquinazo ignorante
Ilegalidades, día a día
Para quinazo fue muy chiquito y para acuñazo resultó proporcionalmente opaco (pa' que el Acuña apriete ha de ser del mismo Paco: breviario por cortesía del toletifílico licenciado Ramírez). Golpe nocturno traicionero para advertir a cualquier convocado a negociaciones en Bucareli que horas antes de las pláticas de avenimiento puede ser oportunamente detenido. Economía procesal por inauguración de changarro: citatorio a pláticas y orden de aprehensión emitidas en un solo paso (¡guau, este cambio de gobierno sí se ve!)
Flavio Sosa como ejemplo de la continuidad foxista-calderonista en la ignorancia respecto a los movimientos sociales. Por más que Sosa sea por razones físicas el más notable de los dirigentes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca no es él quien manda y guía, sino apenas uno más de quienes discuten y acuerdan e, incluso, uno de quienes más sufren malos entendidos y reproches dentro de esa asamblea porque la prensa acude a él en busca de declaraciones como si la APPO fuese un organismo tradicional de liderazgos individuales. Sostenida ignorancia FóxiCa (Fox-Calderón) que sigue sin entender que las fuerzas públicas podrían detener a toda la dirección colectiva de la APPO y aún así el movimiento continuaría, pues hay decenas de dirigentes con formación política y base social que podrían sustituir a los detenidos sin mella grave en los propósitos y el actuar de la organización.
Pero la gobernanza FóxiCa necesita pagar las deudas correspondientes al primero de diciembre (pobre patria nuestra: ahora sale el diputado Emilio Gamboa con que los priístas "salvaron" al país) y por ello los agentes federales detuvieron en la ciudad de México a Flavio, su hermano y dos acompañantes, mientras en algún lugar desconocido del Oaxaca virtual el presunto gobernador sobreviviente, Uno Ruiz de Diciembre, hacía como que pronunciaba ante masas embelesadas una propuesta de reforma de Estado e instalaba una fantasmal comisión encargada de tan noble tarea. Sin embargo, el pago de favores al priísmo no ha de consistir necesariamente en el mantenimiento del cadáver socialmente mal oliente llamado Ulises. La opción de sostenerlo es inviable, pero Ruiz Ortiz quiere irse luego de haber fabricado la ilusión para sí mismo de que ya estaba en pleno control del estado cuando por un arranque tardío de patriotismo decidiera renunciar a lo que ya había vuelto a ser suyo (tuya, mía; mía, tuya). Y, desde luego, Ulises y el gobierno FoxyCal desean que el difunto Ruiz Ortiz se lleve entre las fúnebres extremidades inferiores a la APPO y a sus dirigentes más conocidos, como Flavio, que por un tiempo pareció a los jefes oaxaqueños (Murat y Ruiz), y al propio foxismo, que era suyo, que lo prestaban, que lo perdían: tuya, mía, narraban su partido futbolero de pelota caliente los priístas y panistas que cuando vieron a Sosa entrarle de lleno al asunto de la APPO lo colocaron en la lista de las venganzas necesarias.
Tan importante fue el microquinazo que Las mangas del chaleco del noticiero nocturno de Televisa interrumpieron su trivialización de la política para dar paso a las imágenes del traslado de Sosa de una delegación metropolitana policial a un penal de alta seguridad. Pero eso no es lo más importante ni lo único a lo que debe ponerse atención. Diariamente, a lo largo de semanas, se han practicado en Oaxaca peores detenciones en circunstancias que no logran difusión ni insistencia mayores. Diariamente (es probable que en este momento, mientras estas líneas son indignadamente degustadas) ciudadanos sin fama ni renombre son sometidos a tortura en cárceles clandestinas o son maltratados en penales a centenares de kilómetros de sus casas, adonde fueron trasladados con sentido de castigo extremo como hacía el porfirismo con sus opositores, entre esos casos el de los rebeldes yaquis también exiliados.
Grave, ominosa, ofensiva la detención de Flavio Sosa, pero los paladines del estado de derecho llevan largos días sometiendo a tortura a las presuntamente veneradas leyes (oficialmente esos campeones de la legalidad han tomado posesión de la barandilla constitucional de la República apenas el pasado día primero, pero desde el 25 de noviembre oaxaqueño detentan el poder represor). Como en los peores momentos del diazordacismo y el echeverrismo, la entrante administración federal encabezada por el abogado Calderón está retorciendo las normas jurídicas para acomodarlas a tiempos y ánimos políticos, y está permitiendo la reproducción de prácticas de terrorismo de Estado que consideraron erradicadas los ilusos que creyeron en cambios profundos en México porque en 2000 a Estados Unidos le combino cambiar del PRI al PAN. Hoy mismo, en este momento, en Oaxaca hay vehículos particulares sin placas ni identificación que rondan la ciudad en busca de "sospechosos" a los cuales secuestrar, golpear y, en el mejor de los casos, presentar ante autoridades judiciales de consigna. Hoy mismo, en este momento, en Oaxaca, hay centenares de familias que buscan a alguien desaparecido o que juntan dinero para tratar de emprender la terrible travesía que las lleve a tierras desconocidas en las que "peligrosos" ciudadanos han sido confinados en cárceles de alta seguridad como castigo a sus osadías cívicas o, peor aún, por mala suerte que les hizo ser tomados por los federales en las redadas pasadas por gases lacrimógenos o en las que en seco se siguen realizando todos los días, hoy, en este momento.
Astillas:
Marcelo Ebrard está siendo despreciado en una secretaría de presunta creación por el grupo todopoderoso de la estructura perredista, el de los chuchos, que acostumbrado está a recibir retribuciones con regalías de todo favor político realizado. Ebrard concedió espacios diversos a representantes de otras corrientes (Quintero, Batres), pero asignó las principales responsabilidades a miembros de su equipo personal y, en ese diseño de burocracia funcional, ofreció a Jesús Zambrano un cargo que poca cosa pareció a ese grupo que en todo caso obtendrá más réditos por fuera convirtiéndose en estratégico adversario interno del único gobierno perredista en abierta resistencia al calderonismo... ¡Hasta mañana, mientras las Chivas a pesar de Vergara se aprestan a ganar!
Fax: 56 05 20 99 * juliohdz@jornada.com.mx
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Para el nuevo gobierno es más importante el efecto que la causa.
Por eso va a gastar más dinero en la policía que en ayudar a los más desprotegidos.
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