Salvaguardar el orden constitucional: el reto de la izquierda mexicana.
Cuarta República
Germán Robles
05 de febrero de 2007
Salvaguardar el orden constitucional: el reto de la izquierda mexicana.
El día de hoy se cumple noventa años de la promulgación de la constitución política mexicana; un día como hoy, en 1917 en el teatro de la república en Querétaro, convocada desde diciembre de 1916 por el jefe del ejército constitucionalista Venustiano Carranza.
La constitución establece los derechos y obligaciones, las normas de convivencia que estructuran los sistemas económicos, político y social del México moderno; reflejan las exigencias por las cuales se lucho en el largo y costoso movimiento armado de 1910 para el derrocamiento de la dictadura porfiriana; una constitución esencialmente liberal fundamentada en los escritos e ideas de los hermanos Flores Magón, donde se establece también las libertades plenas de individuos como ciudadanos, derechos, y quizá uno de sus máximos logros tiene que ver con las reformas agrarias y los repartos de tierras para una población inmensamente miserable, sin trabajo, sin propiedad, sin tierra y con hambre en más de un 90 por cien de la población (básicamente agrícola) que había para ese entonces. La clase revolucionaria, "la bola" para los miserables conservadores y sinarquistas del país.
Sin duda que desde entonces la constitución ya no es la misma, es un documento fundamental que lejos de respetarlo y hacerlo valer por que en ello va nuestra soberanía, derechos y hasta la vida misma; muy por el contrario ha resultado más conveniente pisotearla, pues el problema no es que tengamos uno de los más magnánimos ordenes legales en el mundo, ni quizá la primer constitución de corte social en la historia (que no socialista, ojo) dado que para ese entonces no llegaba aún el glorioso octubre que vería nacer a la bandera escarlata euroasiática.
Nuestra carta ha sido tildada de ser un remedo de la constitución americana; pero ese no es un punto importante, dado que en el contexto histórico revolucionario se fundamentaba en los idearios franceses y sus leyes fueron tomadas como referentes en occidente; si bien el análisis nos muestra co-incidencias entre ambas cartas, habría que considerar que los artículos que hayan sido tomados al pie de la letra sin tomar en cuenta las condiciones internas del país fueron un error; sabemos bien que constituciones como la de EE.UU. se basa en usos y costumbres británicos, y su diseño preciso la eliminación de las leyes y prácticas segregatorias de las otrora trece colonias americanas.
Y es que en México por el contrario hubo un mestizaje y es allí donde falló el cálculo para la elaboración de la constitución, aunque bien es cierto que sentó las bases de un orden legal, desde 1917 a la fecha no ha existido clase política alguna con la capacidad y voluntad de adaptar la constitución a los usos y costumbres, ni a la multiculturalidad étnica del país; no en vano, nos estallaron en la cara los conflictos de 1994 en Chiapas, de los cuales derivaron en los acuerdos de San Andrés y la clase política no se atrevió a establecerlos con carácter de ley; la SCJN, el ejecutivo el congreso se pasaron irresponsablemente la papa caliente; la exterminación de los pueblos indios parece ser el programa imperante, entre los saldos no olvidemos los trágicos sucesos de Aguas Blancas y Chenalhó, esos entre los más recientes, pero la historia de 500 años de los pueblos indios después de la colonia y la historia reciente nos narran miles de historias sobre la explotación de los pueblos indios, fiel reflejo de que viven de facto en el limbo jurídico.
Nuestra carta ha sufrido más de 5 mil modificaciones en noventa años de historia, ¿se puede considerar que con tantos parches y reformas se siga conservando el espíritu original de la ley? México es el paradigma del doble discurso legal, pues se digna en el exterior de ser un régimen constitucionalista, pero los hechos demuestran que nuestra carta es de las más modificadas en el mundo, máxime en un periodo de tiempo tan mínimo.
Las naciones europeas son sumamente escrupulosas en hacer reformas o modificaciones a sus constituciones, pasan las décadas en democracias como la francesa, la italiana, la alemana, entre muchas otras del viejo continente y sus modificaciones son mínimas, siendo además de que se trata de regimenes parlamentarios, que no pasaron en su mayoría por autoritarismos como el del régimen priísta en México donde el presidente determinaba la pauta la calidad, el número de las reformas y el congreso actuaba como súbdito del ejecutivo; hoy sigue siendo súbdito pero directamente de cúpulas partidistas y empresarios.
Para la izquierda mexicana que enfrenta múltiples retos uno frente a sí misma, dos contra a una derecha reaccionaria y de impronta neoliberal que busca por todos los medios exterminarla; será fundamental la tarea de salvaguardar el orden constitucional; defenderlo, hacerlo valer, evitando que se hagan las reformas que van directo a la línea de flotación que le dan su carácter popular; es decir, que van sobre la abolición sistemática de los artículos 3, 27,28,115 entre otros fundamentales.
La constitución antes que reformularla, cosa indispensable claro; habría que defenderla ante todo en su orden básico, pues aún con todo y sus violaciones y millares de parches, sigue siendo un documento esencialmente liberal consagrado a los derechos y libertades que tuvieron origen en el fuego y sangre de nuestros héroes, rescató los valores de la de 1857 cuando Juárez reinstauro la república y sentó la piedra angular del estado laico aún bajo la invasión extranjera logró la segunda independencia de México.
La carta del 17 consagra los logros de la lucha armada de 1910, lo que fue nuestra tercera independencia, que no supimos defender pues hoy ya perdió vigencia y hoy necesitamos de esa cuarta independencia; de esa redignificación de nuestra soberanía: Cierto hace falta una nueva constitución, la convocatoria a un nuevo constituyente, cosa que se propone AMLO y el FAP, como millares de organizaciones civiles y la mayoría de los mexicanos en condiciones deplorables con mala calidad de vida, entendida esta como el estado mínimo de bienestar, no las comodidades banales de las clases medias.
No se trata de “una reingeniería constitucional” como lo planteara un torpe de bigote y botas circa del 2001; pero tampoco se trata de endilgar el origen de nuestros males a las leyes, ni decir que estas no sirven; los malos e inservibles son los hombres que las presiden, obviamente los malos hombres; miserable clase política que se cuida más de los costos políticos que de los impactos sociales. A nuestra carta no hay que siquiera pensar en desestimarla o desecharla sino trascenderla.
En sus términos, tal y como hoy se concibe debemos defender el orden constitucional, ante la última llamada para perder su vigencia total, aún no es letra muerta de todo, la izquierda mexicana debe saber que ante todo y hoy más que nunca debe frenar todo intento de reforma “estructural” que atente contra la soberanía y los principios fundamentales de nuestras libertades e independencia. Podrá discutir como se debe unir como izquierda, como superar las diferencias ideológicas, como negociar con los demás actores sociales, como cerrar el paso a los neoliberales; pero si antes bien no defiende lo poco de leyes y democracia que tenemos todo lo demás estará perdido. Esa es la tarea; aún cuando no haya nada que celebrar.
El traspatio.
Reapareció Carlos Salinas de Gortari, pero esta vez a través de un ensayo en defensa de "la amistad con Cuba", publicado por Milenio Diario (de televisa); las voces de la suspicacia dicen que se trata de una intentona de deslindarse de los errores de sus copartidarios neoliberales, y por tanto lavar sus propias culpas; se trata de distraer la atención pública y de buscar la condonación de Fidel Castro de los obús ahumados donde él está involucrado. Esta carta se da en un punto en donde ya no está tan seguro de que Castro sea recibido pronto por la huesuda.
Aunque hay algo de mérito en la carta de este sátrapa, y es que para México es vital en la relación con EE.UU. saber negociar e intermediar con Cuba, en lo que se conoce como el triángulo político de las Bermudas.
Mientras que Proceso Jalisco destapa otra cloaca de irregularidades.
Donde se ven involucrados Alfonso Petersen y su segundón José Becerra, ex titulares de la SSJ; vamos a ver si con estas cartas el ayuntamiento tapatío sale avante de malos manejos y amiguismos rapaces. ¿Usted que cree?
gerarq22@hotmail.com
YA BASTA, de que el poder del dinero se imponga a la moral, a la dignidad del PUEBLO DE MEXICO, apoyemos a Obrador
Germán Robles
05 de febrero de 2007
Salvaguardar el orden constitucional: el reto de la izquierda mexicana.
El día de hoy se cumple noventa años de la promulgación de la constitución política mexicana; un día como hoy, en 1917 en el teatro de la república en Querétaro, convocada desde diciembre de 1916 por el jefe del ejército constitucionalista Venustiano Carranza.
La constitución establece los derechos y obligaciones, las normas de convivencia que estructuran los sistemas económicos, político y social del México moderno; reflejan las exigencias por las cuales se lucho en el largo y costoso movimiento armado de 1910 para el derrocamiento de la dictadura porfiriana; una constitución esencialmente liberal fundamentada en los escritos e ideas de los hermanos Flores Magón, donde se establece también las libertades plenas de individuos como ciudadanos, derechos, y quizá uno de sus máximos logros tiene que ver con las reformas agrarias y los repartos de tierras para una población inmensamente miserable, sin trabajo, sin propiedad, sin tierra y con hambre en más de un 90 por cien de la población (básicamente agrícola) que había para ese entonces. La clase revolucionaria, "la bola" para los miserables conservadores y sinarquistas del país.
Sin duda que desde entonces la constitución ya no es la misma, es un documento fundamental que lejos de respetarlo y hacerlo valer por que en ello va nuestra soberanía, derechos y hasta la vida misma; muy por el contrario ha resultado más conveniente pisotearla, pues el problema no es que tengamos uno de los más magnánimos ordenes legales en el mundo, ni quizá la primer constitución de corte social en la historia (que no socialista, ojo) dado que para ese entonces no llegaba aún el glorioso octubre que vería nacer a la bandera escarlata euroasiática.
Nuestra carta ha sido tildada de ser un remedo de la constitución americana; pero ese no es un punto importante, dado que en el contexto histórico revolucionario se fundamentaba en los idearios franceses y sus leyes fueron tomadas como referentes en occidente; si bien el análisis nos muestra co-incidencias entre ambas cartas, habría que considerar que los artículos que hayan sido tomados al pie de la letra sin tomar en cuenta las condiciones internas del país fueron un error; sabemos bien que constituciones como la de EE.UU. se basa en usos y costumbres británicos, y su diseño preciso la eliminación de las leyes y prácticas segregatorias de las otrora trece colonias americanas.
Y es que en México por el contrario hubo un mestizaje y es allí donde falló el cálculo para la elaboración de la constitución, aunque bien es cierto que sentó las bases de un orden legal, desde 1917 a la fecha no ha existido clase política alguna con la capacidad y voluntad de adaptar la constitución a los usos y costumbres, ni a la multiculturalidad étnica del país; no en vano, nos estallaron en la cara los conflictos de 1994 en Chiapas, de los cuales derivaron en los acuerdos de San Andrés y la clase política no se atrevió a establecerlos con carácter de ley; la SCJN, el ejecutivo el congreso se pasaron irresponsablemente la papa caliente; la exterminación de los pueblos indios parece ser el programa imperante, entre los saldos no olvidemos los trágicos sucesos de Aguas Blancas y Chenalhó, esos entre los más recientes, pero la historia de 500 años de los pueblos indios después de la colonia y la historia reciente nos narran miles de historias sobre la explotación de los pueblos indios, fiel reflejo de que viven de facto en el limbo jurídico.
Nuestra carta ha sufrido más de 5 mil modificaciones en noventa años de historia, ¿se puede considerar que con tantos parches y reformas se siga conservando el espíritu original de la ley? México es el paradigma del doble discurso legal, pues se digna en el exterior de ser un régimen constitucionalista, pero los hechos demuestran que nuestra carta es de las más modificadas en el mundo, máxime en un periodo de tiempo tan mínimo.
Las naciones europeas son sumamente escrupulosas en hacer reformas o modificaciones a sus constituciones, pasan las décadas en democracias como la francesa, la italiana, la alemana, entre muchas otras del viejo continente y sus modificaciones son mínimas, siendo además de que se trata de regimenes parlamentarios, que no pasaron en su mayoría por autoritarismos como el del régimen priísta en México donde el presidente determinaba la pauta la calidad, el número de las reformas y el congreso actuaba como súbdito del ejecutivo; hoy sigue siendo súbdito pero directamente de cúpulas partidistas y empresarios.
Para la izquierda mexicana que enfrenta múltiples retos uno frente a sí misma, dos contra a una derecha reaccionaria y de impronta neoliberal que busca por todos los medios exterminarla; será fundamental la tarea de salvaguardar el orden constitucional; defenderlo, hacerlo valer, evitando que se hagan las reformas que van directo a la línea de flotación que le dan su carácter popular; es decir, que van sobre la abolición sistemática de los artículos 3, 27,28,115 entre otros fundamentales.
La constitución antes que reformularla, cosa indispensable claro; habría que defenderla ante todo en su orden básico, pues aún con todo y sus violaciones y millares de parches, sigue siendo un documento esencialmente liberal consagrado a los derechos y libertades que tuvieron origen en el fuego y sangre de nuestros héroes, rescató los valores de la de 1857 cuando Juárez reinstauro la república y sentó la piedra angular del estado laico aún bajo la invasión extranjera logró la segunda independencia de México.
La carta del 17 consagra los logros de la lucha armada de 1910, lo que fue nuestra tercera independencia, que no supimos defender pues hoy ya perdió vigencia y hoy necesitamos de esa cuarta independencia; de esa redignificación de nuestra soberanía: Cierto hace falta una nueva constitución, la convocatoria a un nuevo constituyente, cosa que se propone AMLO y el FAP, como millares de organizaciones civiles y la mayoría de los mexicanos en condiciones deplorables con mala calidad de vida, entendida esta como el estado mínimo de bienestar, no las comodidades banales de las clases medias.
No se trata de “una reingeniería constitucional” como lo planteara un torpe de bigote y botas circa del 2001; pero tampoco se trata de endilgar el origen de nuestros males a las leyes, ni decir que estas no sirven; los malos e inservibles son los hombres que las presiden, obviamente los malos hombres; miserable clase política que se cuida más de los costos políticos que de los impactos sociales. A nuestra carta no hay que siquiera pensar en desestimarla o desecharla sino trascenderla.
En sus términos, tal y como hoy se concibe debemos defender el orden constitucional, ante la última llamada para perder su vigencia total, aún no es letra muerta de todo, la izquierda mexicana debe saber que ante todo y hoy más que nunca debe frenar todo intento de reforma “estructural” que atente contra la soberanía y los principios fundamentales de nuestras libertades e independencia. Podrá discutir como se debe unir como izquierda, como superar las diferencias ideológicas, como negociar con los demás actores sociales, como cerrar el paso a los neoliberales; pero si antes bien no defiende lo poco de leyes y democracia que tenemos todo lo demás estará perdido. Esa es la tarea; aún cuando no haya nada que celebrar.
El traspatio.
Reapareció Carlos Salinas de Gortari, pero esta vez a través de un ensayo en defensa de "la amistad con Cuba", publicado por Milenio Diario (de televisa); las voces de la suspicacia dicen que se trata de una intentona de deslindarse de los errores de sus copartidarios neoliberales, y por tanto lavar sus propias culpas; se trata de distraer la atención pública y de buscar la condonación de Fidel Castro de los obús ahumados donde él está involucrado. Esta carta se da en un punto en donde ya no está tan seguro de que Castro sea recibido pronto por la huesuda.
Aunque hay algo de mérito en la carta de este sátrapa, y es que para México es vital en la relación con EE.UU. saber negociar e intermediar con Cuba, en lo que se conoce como el triángulo político de las Bermudas.
Mientras que Proceso Jalisco destapa otra cloaca de irregularidades.
Donde se ven involucrados Alfonso Petersen y su segundón José Becerra, ex titulares de la SSJ; vamos a ver si con estas cartas el ayuntamiento tapatío sale avante de malos manejos y amiguismos rapaces. ¿Usted que cree?
gerarq22@hotmail.com
YA BASTA, de que el poder del dinero se imponga a la moral, a la dignidad del PUEBLO DE MEXICO, apoyemos a Obrador
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