lunes, julio 24, 2006

Respuesta de fecal a Obrador

C. Lic. Andrés Manuel López Obrador
Presente.-
La jornada electoral del pasado 2 de julio fue un esfuerzo cívico de casi cuarenta y dos millones de ciudadanos que votaron en libertad. Cientos de miles de mexicanas y mexicanos colaboraron con el Instituto Federal Electoral para recibir y contar cada voto en presencia de representantes de todos los partidos políticos.La contienda fue equitativa.
Los candidatos recorrimos el país sin límites ni cortapisas. Los medios de comunicación estuvieron abiertos a todas las expresiones políticas y dieron testimonio de la pluralidad en que vivimos los mexicanos. En ese contexto, todos los candidatos fuimos convocados a dos debates presidenciales. Usted, por propia voluntad, decidió participar en un solo debate, y su partido se opuso rotundamente a la celebración de otros más.En suma, las elecciones federales para renovar el Poder Legislativo de la Unión y la Presidencia de la República fueron limpias, libres y democráticas. Así lo atestiguaron casi un millón de ciudadanos que fueron funcionarios de casilla y más de un millón y medio de representantes de casilla entre ellos cientos de miles representándolo a usted.
También así lo atestiguaron los observadores nacionales y extranjeros acreditados y todos los candidatos a la Presidencia de la República lo reconocimos públicamente el 2 de julio, aun antes de conocer los resultados. La decisión de recontar votos no corresponde a los candidatos ni a los partidos sino al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que, en ejercicio de sus atribuciones aplicará la ley. Al final del proceso dictará sentencia definitiva a la que todos debemos someternos. La petición que usted ha formulado no depende de lo que los candidatos opinemos sino de lo que la ley dispone. En mi caso respetaré escrupulosamente la resolución que el Tribunal determine respecto a su petición y, desde luego, acataré lo que resuelva respecto de las impugnaciones presentadas.
Los mexicanos ya votamos. La verdadera defensa de la democracia consiste en el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas y a las instituciones responsables de organizar y calificar el proceso electoral. Respetar el voto es respetar a México.Le reitero mi invitación para que dialoguemos sobre el momento tan importante que vive el país. Lo invito con sinceridad a que, por encima de nuestras divergencias, identifiquemos nuestras coincidencias. Lo invito a hacer política genuina que nos permita edificar el proyecto común que es México. Este es el momento de la unidad nacional, de la concordia y de la paz. Este es el mandato de los mexicanos.Atentamente,Felipe Calderón Hinojosa.

EL ASTILLERO DE HOY

Lunes 24 de julio de
2006
Astillero
Julio Hernández López

La trampa del
interinato

Anular hoy para acotar mañana Utilizar un presidencia breve y débil Guadalajara también lucha
Abandonado (traicionado) por Vicente Fox y la dirigencia formal panista (el penitente Manuel Espino disfraza de religiosidad sus vacaciones en España), Felipe Calderón busca alianzas desesperadas (la más reciente, con porros sindicales como el impresentable Víctor Flores) y sostiene cercanías geopolíticas peligrosas (como sus vacaciones en Huatulco, a las que unas horas después de su inicio, y entre versiones de que allí se habría reunido con el mapache Ulises Ruiz, siguió la provocación armada contra Radio Universidad de Oaxaca).
Pero, en los días que podrían ser los de su desgracia, el presunto presidente PREP (todo habría sido un eliminable resultado electoral preliminar) ve crecer la percepción (¡oh, él, el Chapelén al que pretendieron imponer como presidente virtual a base de percepciones!) de que es incapaz de sostener su supuesto triunfo y de que la declaración de nulidad electoral es la única salida posible al gran embrollo delictivo creado por el virus informático y social llamado FelIFEbrando.
Sacrificable desde siempre (nunca fue el candidato de la pareja presidencial), Calderón acabaría siendo un truco de magia mediante el cual quienes mueven los hilos de la figura presidencial consumarían una grave maquinación a la que ahora pretenderían disfrazar de salida política y jurídica realmente justa y necesaria. Anular el proceso de elección presidencial significaría desproveer de sentido el ejercicio ciudadano de votar, cercenarle a quien exige conteo voto por voto -porque cree fundadamente que ganó- cuando menos una cuarta parte del tiempo en que podría ejercer la presidencia y, por si todo lo anterior fuera poco, convalidar un escenario político en el que PAN y PRI dominarían las cámaras -gracias a resultados electorales tan tramposos como los presidenciales-, reconstituirían espacios dañados -entre ellos el IFE, cuyos consejeros mapaches tendrían que renunciar antes de ser llevados a tribunales-, sacarían adelante reformas legislativas y establecerían candados autonómicos y separatistas que convirtieran un eventual segundo triunfo de López Obrador en un triunfo pírrico, recortado, acotado y minado.
Anular el proceso electoral significaría instalar una presidencia débil que luego diera paso a una presidencia simbólica. Un mandatario interino vería pasar los procesos judiciales contra los pillos del foxismo (entre ellos, de manera destacada, los hijos de su mamá) y alentaría que no hubiera justicia sino impunidad negociada. Un presidente dieciseismesino vería consolidarse los procesos de cuello blanco que convirtieron el espectro radioeléctrico en botín de televisoras consentidas (Televisa y Televisión Azteca) y vería la ratificación de los términos leoninos en que funcionan las concesiones del gigante de las telecomunicaciones privilegiadas (Telmex, Telcel y lo que se acumule en la semana).
Ese presidente Vicente-nario , o Puma, o Nexos (de ellos se habla, del ahumado Cuauhtémoc, del siquiatra zedillista y del constructor de la ficción salinista llamada democracia electoral) sería -versión actualizada de los votantes acomodaticios de 2000- un presidente útil: pondría cara de patriota en sacrificio por la democracia para permitir que quedaran impunes los actos electorales delictivos cometidos por el IFE dirigido por Luis Carlos Ufraude (olor a fragancia republicana estadunidense Florida), las campañas de odio, miedo y polarización social que desarrollaron los estrategas franquistas, la presión y el financiamiento ilegal de empresarios a favor de quien consideran su empleado (de abogado empresarial a gerente de la República) y la estrategia perversa de quienes manejan a Fox y le hicieron persistir en la comisión diaria de los supuestos jurídicos que darían pie a una buscada declaración de nulidad electoral.
Es necesario, por tanto, luchar por que haya transparencia electoral, no salidas programadas y tramposas. Contar de nuevo los votos para que el sufragio verdaderamente valga, y no permitir que sea usada la farsa electoral para imponer interinatos de marioneta y preparar nuevos comicios cuyo ganador tenga para entonces todos los caminos cerrados, los presupuestos asignados y el futuro escamoteado.
Astillas:
La reunión del pasado viernes en Guadalajara fue exitosa. Lleno que estaba el auditorio Silvano Barba antes de que comenzara el encuentro, fue necesario un traslado de última hora a otro con más cupo, el Salvador Allende, donde finalmente unas 650 personas escucharon al par de expositores. Organizado por Natalia Juárez y Juan Manuel Reyes, con el apoyo del maestro Clemente Castañeda, el acto puso de manifiesto que aun en zonas de fuerte presencia panista (y neocristera) hay fuerte resistencia a la pretensión de imponer el fraude electoral a favor de Felipe Calderón. Sin más publicidad que la de boca en boca o el Internet, y a pesar de que es temporada de vacaciones, los organizadores, estudiantes de Filosofía y Letras, primero vieron llenarse el histórico auditorio Salvador Allende y luego -al final de las intervenciones formales del maestro Fernando Del Paso y del columnero visitante- se toparon con decenas de manos alzadas que querían hacer comentarios, arengas y propuestas, más que las convencionales preguntas y respuestas. Este tecleador ahogado de tortas de cariño les da las gracias a todos quienes demostraron este viernes convicciones, conciencia y disposición de lucha democrática y de izquierda, a pesar de vivir en el reino del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, que temporalmente administrará, en su fase terrena, el yunqueto Emilio González Márquez...
Y mientras esta sección da a conocer el estudio de Walter Mebane, profesor de la Universidad Cornell, quien ha analizado mediante la ley de Benford dos casos de elecciones bajo sospecha, la del estado de Florida, en 2004, donde ganó George W. Bush, y las mexicanas de 2006 (la ley de Benford, o ley del primer dígito, es usada con gran éxito como indicador de irregularidades en asuntos contables en todas sus variantes: una declaración de impuestos, un informe de gastos, un acta electoral), ¡Hasta mañana, en esta sección que sigue viendo a Mar(t)iagna de Ebrard colocada en lugares políticos que no le corresponden!
Fax: 5605-2099 juliohdz@jornada.com.mx www.juliohernandez.com.mx

Con recuento


Con recuento
Manuel Camacho Solís
24 de julio de 2006
¿Hay alguien en el gobierno o en el equipo de campaña del panista Felipe Calderón que esté pensando con seriedad en la salida a la crisis política poselectoral? No parece haber quién. Es como si al acercarse la nave a un tifón (Conrard) no hubiera capitán al frente.
Por las declaraciones y la manera como se busca influir en la opinión pública, no parece haber nadie que esté pensando en serio en la política y en sus desenlaces. Están confiados en que ya ganaron y que nada va a cambiar esa decisión. No hay cabeza, hay inercia. Inercia del régimen autoritario.

El secretario de Gobernación está en lo suyo: controlando la información. Queriendo sumar sin éxito suficie
nte a los gobernadores. Ejerciendo las presiones que puede. Sus subordinados le preparan al candidato un encuentro con sindicalistas que ni siquiera logra congregar a la CTM. Los diputados están en la celebración. El equipo de campaña queriendo navegar con los soportes conocidos del gasto ilegal en la televisión que siguen haciendo los grupos empresariales y en el diseño de una agenda que simplemente no pega. No se han dado cuenta de que el problema ya no está en las encuestas, sino en la gobernabilidad.

Los "expertos" (a la vieja usanza) se empeñan en convencer a la opinión pública de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no tiene facultades para ordenar el recuento ni para anular la elección. El mensaje se presenta como profesional y objetivo. Se repite hasta la saciedad por los comunicadores del régimen y que están al servicio de las empresas.
El candidato Calderón todavía no parece haber decidido qué es lo que tiene que hacer. Su propuesta de gobierno de coalición con algunos perredistas mostró que no había entendido dónde está parado. Su idea de alianzas con el PRI le puede conseguir algunos votos en el Congreso, pero no le resuelve su problema principal: la legitimidad que necesita para ser presidente electo y presidente de la República. Su única apuesta está en que el tribunal deseche los juicios de inconformidad y declare que la elección fue válida. Que lo haga presidente electo. ¿Y si el tribunal decide otra cosa? ¿Y si decide que la elección fue inmaculada, con ello se resolverán el problema de la legitimidad y la gobernabilidad?

AMLO y quienes estamos dentro de la coalición Por el Bien de Todos, tenemos un problema: llevar a buen término la inconformidad que generó una elección que no fue equitativa, ni limpia ni transparente. Felipe Calderón y sus aliados también tienen un problema: convencer a millones de mexicanos que ganaron limpiamente la elección.

Si al final se sostiene que la elección fue inmaculada, cómo va AMLO a convencer a sus seguidores de que abandonen la protesta. Y cómo va Felipe Calderón a convencer a los seguidores de AMLO de que él es el presidente legítimo. Es una misión imposible para ambos. Aunque eso quisieran y aún si se esforzaran para ello, no lo lograrían. Sin esa aceptación, el próximo gobierno no tiene viabilidad.

El otro camino es sin duda el mejor: contar voto por voto, casilla por casilla. Es desde luego legal. Es técnicamente posible. Pero, sobre todo, sería la manera de resolver la crisis política para que el próximo gobierno tuviera las bases necesarias para gobernar.
Cuando el tifón se aproxima, alguien en el bando conservador debe ser capaz de tomar el timón en sus manos. Vicente Fox para asegurar la estabilidad. Felipe Calderón para que algunos marineros del mismo barco no intenten apoderarse de la nave.
Andrés Manuel ya ofreció una salida. Que se cuenten todos los votos. Ha ofrecido que, si eso se hace, ya no llamaría a la movilización. También que no buscaría la anulación. Es una posición seria y responsable. Está colocando a la democracia por encima de su interés por ser presidente. Debiera tomársele su palabra. La única razón para no aceptar sería que estuvieran seguros del fraude. Y si ese fuera el caso, no habrá nada que convenza a la mitad del país de lo contrario. La presidencia de Calderón sería inviable.
Diputado federal (PRD)

El derecho de resistencia


El derecho de resistencia
José Fernández Santillán
24 de julio de 2006

El 29 de abril de 1992, en Los Ángeles, California, estallaron los peores disturbios que se recuerden en esa ciudad. La razón fue el fallo del jurado que encontró inocentes a cuatro agentes de la policía videograbados por un aficionado cuando le propinaban una golpiza salvaje a un joven afro-estadounidense, Rodney King. La consigna de los sublevados fue muy simple: "No justice, no pace" (si no hay justicia no hay paz).
Valga otro ejemplo: el 21 de agosto de 1968 el movimiento democrático encabezado por Alexander Duvcek en Checoslovaquia fue sofocado por los tanques del Ejército soviético. Ante la superioridad militar de los invasores la gente cayó en el desánimo hasta que, a principios de 1969, el estudiante Jan Palach se prendió fuego en la Plaza de San Wenceslao de la capital de la república, Praga. Su funeral se convirtió en un acto de protesta masivo en contra de la ocupación.
Las figuras de Rodney King y Jan Palach son símbolos de las distintas técnicas de la protesta civil contra hechos considerados injustos. Aunque cada cual fue ocasionado por motivos distintos, tienen en común el recurso a la violencia: el primero en forma de disturbios, el segundo por medio de la autoinmolación.
Pues bien, en el repertorio de las luchas civiles hay, sin embargo, otro tipo de técnicas que no tiene que ver con el uso de la violencia, sino con medios pacíficos. Es aquí donde se ubica el llamado que hizo Andrés Manuel López Obrador en la manifestación ciudadana del pasado domingo 16 de julio en protesta por lo que se considera un fraude electoral cometido dos semanas antes. Por eso mismo, conviene analizar cuáles son los límites y alcances de la alternativa por la que optó la coalición Por el Bien de Todos para pedir el recuento "voto por voto, casilla por casilla".
Quedan, explícitamente, excluidas de esta propuesta los disturbios y la autoinmolación a los que hemos hecho referencia; o sea, la violencia empleada contra los demás o contra sí mismo. A esos parámetros debe ceñirse la lucha pacífica. En seguida tendríamos que decir que la resistencia civil proviene de una larga tradición que se remonta, por lo menos, al siglo XVI cuando al calor de las guerras de religión se perfiló la contienda contra la arbitrariedad de los autócratas. Estas luchas quedaron condensadas en lo que se considera la Biblia del derecho de resistencia, el libro Vindiciae contra Tyrannos (1579) escrito por Stephanus Junios Brutus. La tesis central es que las autoridades no tienen un poder ilimitado: están sujetas a actuar en el marco de la ley y la justicia. Si rebasan esos límites o llegan al poder por medio de la usurpación, los súbditos tienen el derecho de oponerse a ellos porque se trata de tiranos y no de gobernantes legítimos. Los sediciosos son quienes quieren hacerse del poder violando la ley. En consecuencia, los súbditos tienen la prerrogativa de enfrentarse a esos usurpadores para restablecer el orden alterado.
El derecho de resistencia es diferente, e incluso contrario a la revolución porque el primero restituye el orden legal violado por la autoridad, mientras que la segunda rompe el orden legal existente. Uno echa mano de la organización civil pacífica; la otra plantea la vía de las armas. El personaje más representativo de la resistencia civil es Gandhi, con su técnica satiagraha; el símbolo de la revolución es Lenin, con el método de "lucha armada".
En México quienes tradicionalmente recurrieron a la resistencia civil fueron los miembros del PAN. Por ese motivo sufrieron una sangrienta represión en la ciudad de León en 1946. Cuarenta y dos años después Manuel J. Clouthier llamó a la resistencia contra el fraude electoral. En aquella ocasión El Maquío pidió el recuento de votos: "La rotunda negativa del colegio (electoral) a la apertura de los paquetes demuestra dos grandes verdades: por una parte, la inutilidad de salvaguarda y custodia; y, por otra, que el propio gobierno sabe bien que el contenido de las actas de escrutinio no coincide con el cómputo correcto de los votos reales que están dentro de los paquetes tan celosa como vanamente custodiados. ¿Valdrá la pena negarse a la revisión de los paquetes a costa de la legitimación y autoridad moral del próximo gobierno?". Dos años antes los panistas resistieron con gallardía el fraude electoral en Chihuahua; en 1991 hicieron lo mismo en Guanajuato y San Luis Potosí.
Paradojas del destino, hoy son los perredistas los que toman la estafeta para pedir que se aclare lo sucedido en el más reciente evento electoral. Esa estrategia es aplicada, irónicamente, contra un gobierno y un candidato panista que, se cree, han sido afectados por el mismo mal que alguna vez ellos mismos combatieron.
Uno de los preceptos de la resistencia civil, como señala Norberto Bobbio, es que debe ser acompañada por un "trabajo constructivo"; o sea, por un conjunto de comportamientos ejemplares que muestren al adversario que no se pretende eliminarlo; el propósito es construir una forma de vida mejor para todos. La vía pacífica no trata de ofender al oponente, sino volverlo inofensivo; no contraponer a sus actos ilegales otros actos ilícitos, sino develar su falsedad para volverlo moralmente impotente. En lugar que proteja intereses creados, hacerle ver que es posible edificar un orden justo.
La tesis fundamental del derecho de resistencia se encuentra en las últimas líneas del libro de John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil (1690): "Yo dejo al juicio imparcial de la historia sentenciar si los tumultos han tenido su origen en la temeridad del pueblo, en su deseo de liberarse de la autoridad legítima de sus gobernantes, con mayor o menor frecuencia que en la insolencia y osadía de esos gobernantes de ejercer un poder arbitrario sobre su pueblo, es decir, si ha sido la opresión o la desobediencia la iniciadora del desorden". Curioso: quienes combatieron la opresión ahora invocan el valor del orden para mantenerse en el poder.
josferna@itesm.mx
Profesor del ITESM-CCM

Carta de Obrador a Fecal

C. Lic. Felipe Calderón Hinojosa Candidato a la Presidencia de la República del Partido Acción Nacional P r e s e n t e Vivimos momentos cruciales para nuestro país. Son tiempos que demandan a todos los actores políticos, la lucidez y la integridad que permiten estar a la altura de las circunstancias. De lo que hagamos o dejemos de hacer, dependerá el futuro de nuestro pueblo. No sólo está en juego la Presidencia de la República sino el derecho de los ciudadanos a elegir libre y democráticamente a sus gobernantes. Esa exigencia histórica nos obliga a dejar a un lado los intereses particulares y a elevar, por sobre todas las cosas, los intereses de la nación. Como usted sabe, el proceso electoral estuvo plagado de irregularidades y de actos fraudulentos. Durante la campaña, el Consejo General del IFE actuó de manera facciosa; la publicidad en los medios de comunicación no fue equitativa; en su campaña se gastó dinero a raudales, de procedencia desconocida, y se rebasaron por mucho los topes establecidos por la ley; grupos de intereses creados pusieron en práctica un activismo ilegal; se recurrió a la “guerra sucia”, a la mentira y a las campañas del miedo; se usaron los programas sociales del gobierno federal y otros recursos públicos en apoyo a su candidatura; fue pública y notoria la injerencia del Presidente de la República para golpearnos. Y, por si todo esto no bastara, hubo manipulación en los sistemas de cómputo electoral y se falsificaron los resultados en miles de actas de escrutinio.
En pocas palabras: se violaron los principios rectores que deben prevalecer en una elección democrática, establecidos en el artículo 41 constitucional. Al decir esto, no descalifico a millones de mexicanos que participaron en la elección con su voto y con su esfuerzo. Por el contrario, reconozco el compromiso cívico de la mayoría de quienes cuidaron las casillas y contaron los votos. Si estos ciudadanos no hubiesen actuado con rectitud, defendiendo la democracia, el fraude hubiese sido mayor. Sin embargo, hubo quienes no se comportaron con honestidad y distorsionaron la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Como usted comprenderá, yo nunca podré decir que estas elecciones fueron equitativas, limpias y libres. No obstante, por mi responsabilidad como dirigente de un movimiento democrático, y frente a la demanda de millones de mexicanos de llevar a cabo un recuento voto por voto, casilla por casilla, le propongo lo siguiente: Si usted se pronuncia a favor del recuento de todos los votos, y el Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación ordena esta diligencia, yo ofrezco el compromiso de aceptar los resultados, si a usted le favorecen, y no convocar a más movilizaciones. De la misma manera, usted tendría que aceptar el fallo emitido por el Tribunal si resulto triunfador en el recuento. Sé muy bien que, de conformidad con la ley, le corresponde al Tribunal calificar la elección y tomar las decisiones sobre las impugnaciones y el recuento de los votos; pero como es obvio, si usted acepta y hace público su acuerdo con esta propuesta, el Tribunal tendría todos los elementos políticos y legales, para resolver la inconformidad generada por esta elección, de la mejor forma posible. En otras palabras: lo más conveniente para México es que ambos aceptemos el recuento de los votos y nos comprometamos a respetar el resultado.
En países democráticos hay ejemplos en los que el candidato que resulta ganador por estrecho margen, ha propuesto revisar las irregularidades y contar los votos, despejando así las dudas sobre su triunfo. Ahí está el caso reciente de Óscar Arias, en Costa Rica, quien habiendo obtenido el triunfo por pocos votos pidió que se revisaran todas las denuncias de su adversario y que se contaran manualmente todas las boletas. Al final del recuento, se confirmó ganador y su triunfo fue legítimo e inobjetable, lo que fue reconocido por el otro candidato y la sociedad en su conjunto. En caso de que usted no acepte esta propuesta, asumirá su responsabilidad de cara a los mexicanos. Si el Tribunal no cuenta los sufragios y avala su “triunfo”, quedarán para siempre la sospecha o la certidumbre de que usted no ganó en las urnas y de que hubo fraude en la elección. De ser así, para millones de mexicanos usted será un presidente espurio y nuestro país no merece ser gobernado por alguien que no tenga autoridad moral ni política. Además, le expreso que, en tanto no se resuelva el recuento de los votos y se pretenda imponerle, seguiremos recurriendo a la resistencia civil pacífica que siempre ha sido utilizada en México −por cierto, también por ustedes− y en el mundo, cuando se trata de hacer valer los derechos sociales, civiles y ciudadanos.
Asimismo, quiero señalarle que nuestro movimiento siempre se ha conducido con responsabilidad, de manera pacífica y legal. Nuestras manifestaciones están garantizadas por la Constitución mexicana y, por tanto, son un derecho ciudadano. Sus declaraciones acerca de que “la fuerza de los pacíficos prevalecerá sobre la fuerza de los violentos”, con el señalamiento explícito de nosotros “los pacíficos” y ustedes “los violentos”, constituyen una calumnia que sólo aumenta la crispación política y social, y en los hechos, se vuelve un llamado al enfrentamiento entre mexicanos. Por último, le expreso que la demanda de contar “voto por voto, casilla por casilla” surgió del pueblo y yo estoy comprometido con ese clamor ciudadano. Entiendo que así se defiende la democracia y el derecho de los mexicanos a elegir libremente a sus gobernantes. En este momento histórico en el que se juega el futuro de nuestro país, lo que nosotros proponemos es una salida racional; una solución legal y política. En suma: si usted sostiene que ganó, si usted está convencido de que obtuvo la mayoría de los votos, no tiene por qué negarse a despejar dudas y transparentar la elección. El que nada debe, nada teme. Usted tiene la palabra, espero su respuesta. Atentamente, Andrés Manuel López Obrador Candidato a la Presidencia de la República de la Coalición Por el Bien de Todos