jueves, julio 13, 2006

Leperada contra Cantinflas

NUESTRO REPUDIO A LA ACTUACIÓN DE ESPEJEL, A LA MORDAZA INFORMATIVA DE PENDEJIZA Y TV AZTECA.




Jueves 13 de julio de 2006
Jesusa Rodríguez
Leperada contra Cantinflas

A los cuentachistes institucionales y a los
levantacejas conductores de noticiarios la gente los va a repudiar en las
calles, como a los villanos de sus telenovelas, porque han insultado al pueblo y
eso ni se olvida ni se perdona.





El programa de El privilegio de mandar, como todos sabemos, no ha sido otra cosa que propaganda maquillada de crítica política. Nada más vulgar que utilizar un género noble como es la sátira política para hacer espots disfrazados de scketches. Qué pobres guionistas y qué pobres actores que venden su profesión por un sueldito.
En el último programa de esta chatarra que Televisa produce por toneladas, un mal imitador de Cantinflas, que se parece más al Mario Moreno priísta de las últimas películas, repite como marioneta unas líneas que, afirman los guionistas a Carmen Aristegui (gracias Carmen por ser un respiro en la información) fueron producto de una decisión institucional. ¿Será que Fox y su gabinete a falta de quehacer se reúnen a decidir desenlaces de programas cómicos y telenovelas? ¿O lo que quisieron decir es que el cara de niño Azcárraga es una institución? Pobres cómicos de risas grabadas, que se dejan rellenar la boca, mejor se verían haciendo comerciales de jabón para quitarse el mal aliento que deja la autocensura.
Cantinflas es la versión siglo XX de lo que los cronistas del siglo XVIII y XIX llamaban zaragate, guachinango, zaramullo, zángano, ínfima plebe, chusma, peladaje (hoy muchedumbre para la maestra Elba Esther) o simplemente lépero. El lépero es el hombre pobre de las ciudades, minas y obrajes, moreno, prieto o pinto, aunque no podría descartarse alguno que otro blanco, pobre sucio y malentretenido. Los léperos son los desposeídos, sujetos que viven sin otro recurso que su propia existencia de proletarios, en el sentido original de personas cuyo único patrimonio son sus hijos, su prole y cuya única posibilidad de sobrevivir radica en su fuerza de trabajo o en su astucia para hacerse del sustento.
El Cantinflas siglo XXI que Televisa malinterpreta es un pobre imitador sin nombre propio, sin ideas propias y traidor a su clase, ese arquetipo también existe en la picaresca nacional, es el cuico, el policía que reprime y desprecia a sus iguales porque se ha degradado moralmente por dinero, un mercenario. Aunque en la nueva versión que ofrece Televisa, podrían ser Brozo, La Micha, López Dóriga y sus cuadernos: los nuevos analistas políticos, colaboracionistas, posgraduados en el raiting que pueden ilegalmente adelantar resultados y condenan que se impugnen legalmente.
Pero es un pueblo y su cultura la que crea los arquetipos, Televisa cuando mucho fabrica estereotipos. El intento de degradar a Cantinflas, el famoso lépero, es una leperada, una ofensa más a los mexicanos a los que el candidato de la derecha insulta llamándolos violentos y Fox agravia llamándolos renegados.
El siglo XXI en México ha invertido los papeles, Lo lépero era lo sucio, impuro, indecente, apestoso, impropio, todo lo que hoy podemos atribuirle a los niños bien que enlodaron el proceso electoral, ahora son ellos los despreciables, los innobles y los viciosos. La digna respuesta de millones de mexicanos contra el fraude electoral que en este momento se organizan en una resistencia civil los convierte en representantes de lo limpio, lo puro, lo decente y lo propio. Para decirlo simplemente, se les voltió el chirrión por el palito. La manipulación que hizo Televisa de Cantinflas, así como la que hizo el IFE del proceso electoral, se les va a revertir, porque el humor es la proteína de los pobres y la llama de la libertad está encendida en el corazón de los que menos tienen.
A los cuentachistes institucionales y a los levantacejas conductores de noticiarios la gente los va a repudiar en las calles, como a los villanos de sus telenovelas, porque han insultado al pueblo y eso ni se olvida ni se perdona.

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