CARTA ENVIADA A JULIO HERNANDEZ POR PARTE DE FUNCIONARIOS OPERATIVOS DEL IFE INDIGNADOS EL PASADO 10 DE JULIO
Estos amigos nos pidieron que
difundieramos la información, en atención a ello aquí está el artículo "Salvemos
al IFE"
Que tal Julio: El lunes 10 te envié un correo a tu dirección de La Jornada pero el sistema me lo regresó mencionando que tu buzón estaba lleno. Intentaba darte a conocer un texto que unos compañeros (es decir 3) preparamos para difundirlo entre nuestros compañeros del IFE y algunos amigos más. Lo vuelvo a poner a tu disposición porque creemos que no todos los ifeños debemos cargar con las culpas de los Consejeros y demás fauna que les hace caravana. Aclaramos: de la tertulia mencionada, aunque no fue en el centro Banamex, tenemos la foto que da cuenta de la fiesta que se cargaban Rodrigo Morales, Arturo Sánchez y Maricarmen Alanís. De los cuestionarios, te los podemos enviar para que tu valores el tipo de información que nos requerían. Por cierto, a nadie se le ha ocurrido indagar los movimientos del servicio profesional electoral que se hicieron en 2004-2005 y que a nuestro considerar, fueron parte de los preparativos de la ignominia del IFE. Tampoco se ha indagado la función bisagra del Director del Secretariado (Jorge Lavoignet) quien tene lazos profundos con el chuayffetismo (y a través de ello con el CISEN) y con el panismo que representa Juan Molinar, quienes fueron sus jefes en distintos episodios desde 1992. Esperando tu comprensión, ahí te va nuestro chorote:
SALVEMOS AL IFE La historia reciente nos dice que quien desea gobernar a un pueblo debe gozar de la legitimidad que dan las elecciones libres, celebradas bajo una competencia regulada por una autoridad que procure, por un lado, la equidad entre los contendientes, y por el otro la participación amplia, abierta y sin coacciones de ninguna índole al ciudadano. Los trabajadores del IFE hemos aprendido, a lo largo de 15 quince años, que la creación del instituto vino a llenar uno de los huecos más grandes en la democracia de nuestro país: el de árbitro electoral entre los actores de los comicios federales. Y esto es así, porque el IFE no puede ser árbitro de lo meramente político, que es función propia del gobierno federal a través de sus áreas destinadas a la gobernación. A lo largo de esos años hemos visto pasar a Consejeros Magistrados, Ciudadanos y Electorales, hemos contado con la omnipresencia del Secretario de Gobernación y hemos quedado en la orfandad federal. Pero en todos esos años nunca tuvimos a un grupo de Consejeros tan inepto y presa de las presiones de los partidos políticos que los designaron. Los anteriores no eran hermanas de la caridad (posteriormente se les vio incorporados a diferentes tareas gubernamentales en administraciones de diversos colores partidistas), pero cuando menos mostraron cualidades para sobreponerse a las circunstancias y presiones de sus mentores. Por eso, hoy Luis Carlos Ugalde Ramírez se equivoca al decir que en una democracia gana el que tiene la mayoría de votos. No, eso no basta. Esos votos debieron ganarse bajo condiciones de equidad entre los competidores, debieron ganarse con propuestas más que con denuestos, debieron ganarse sin la intromisión del ejecutivo en el proceso electoral (quid de la existencia del IFE), debieron ganarse con la garantía de que el árbitro electoral salvaguardó el derecho ciudadano a votar y ser votado bajo el más estricto apego a la ley y a la confianza depositada en su máximo órgano de dirección. Pero no fue así. Luis Carlos Ugalde Ramírez y la caterva de Consejeros Electorales que le acompaña fueron incapaces de dar al pueblo de México, a nuestro país, la seguridad que los comicios federales permitiesen la renovación de los poderes federales en orden y sin mácula de duda: dudaron ante Fox y su campaña por Calderón, dudaron ante la intromisión de Aznar en la política nacional, dudaron ante los comerciales (spots) denigrantes que uno y otro contendientes enjaretaron al respetable. Sólo ante el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación salieron de su mediocridad para emitir un leve quejido que quiso ser una orden terminante para que cesara la guerra de lodo. Tan mal les fue que los grupos empresariales los vieron como lo que son: hombres de paja, sin honor, sin dignidad. Así las cosas, los grandes empresarios vueltos en hacendados y propagandistas trataron a los mexicanos todos como menores de edad y les dijeron a través de sus comerciales (si, con la misma técnica con la que inducen a consumir) que no hay de otra: tejones porque los mapaches andan muy ocupados ayudando a la democracia. Por ello es que ahora se vuelve imprescindible salvar al IFE de sus Consejeros y los intereses que arropan. No hay que dejar que el desprestigio que cargan se lo carguen a todos sus trabajadores, quienes ni nos hemos beneficiado de sus enjuagues ni de sus compadrazgos (vaya, ni siquiera nos invitaron a departir junto a banqueros y demás en brindis bohemios amenizados por la guitarra de Rodrigo Morales y las tipludas voces de Arturo Sánchez Gutiérrez y la malhadada Maricamen Alanís). Hoy la mitad del país no cree en el IFE y la otra sólo cree en el triunfo de su candidato. ¿Y los trabajadores? Para ellos les da lo mismo que su desprestigio nos manche y haga quedar mal con amigos y familiares por lo que hoy se dice del IFE. Que no nos carguen el muerto, porque a estas alturas debiéramos estar aún más molestos que muchos, porque amén de que redujeron el bono que por ley tenemos derecho y no han pagado la segunda parte del mismo, nos han tratado peor que traidores y nos han quitado medios de comunicación como el Messenger pensando, quizá, que los trabajadores íbamos a vulnerar sus estrategias de dosificación de la información y manipuleo de los resultados electorales (el miedo no anda burro, pero para eso tiene su firewall). Las jugosas prestaciones y percepciones de la alta burocracia no ha sido tocadas (de directores de área para arriba). Al contrario, con el conque del voto de los mexicanos en el exterior creció sin justificación. Además, en franca declaración de ineptitud y falta de confianza privatizó ela recepción de tal votación al realizarla mediante una universidad privada. Por ello se insiste, salvemos al IFE de sus Consejeros y de los intereses que representan. En esta administración vimos caer el prestigio de nuestra fuente de empleos gracias al pasado de cada uno de los Consejeros designados, vimos como se desprestigiaba a cada momento gracias a las decisiones equívocas de su máximo órgano de dirección y gracias a que en lugar de ponerse a la cabeza de la transparencia de sus actos, volvió a los tiempos de oscuridad administrativa. Bajo este Consejo General no se avanzó en la ciudadanización de la vida misma del IFE, sus propios altos funcionarios no creyeron en la construcción de ciudadanía en sus propios terrenos y decidieron que a ellos les habían heredado todo un conjunto de siervos a los que se puede tratar con desdén. Salvemos al IFE y dejemos que los Consejeros respondan por lo que ellos mismos propiciaron. Nosotros seguiremos cumpliendo con nuestras tareas, seremos secretarias y capturistas, gente de las bodegas, empleados administrativos y auxiliares de todo. Tendremos nuestras simpatías políticas (tenemos derecho a ello) pero no vamos a arrojarnos a los brazos de cualquier partido cual meretriz comicial. Falle como falle el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el IFE saldrá mal y los trabajadores de muchos años vamos a ser materia de limpieza ajena (y en ello también los vocales de muchas juntas que ni la deben ni la temen serán utilizados a la par). El desprecio con que Manuel López Bernal trata a los trabajadores sólo refleja su desconocimiento del instituto y su gran preocupación por cumplir con las tareas que se le encomendaron, tareas por cierto que no reflejaron un compromiso con la legitimad de las elecciones sino por lo contrario con la legalización de actos y decisiones contrarias a la democracia. López Bernal primero nos pide mediante cuestionarios con nombre y firma que le digamos que pensamos del instituto, luego nos pide que le digamos todo acerca de nosotros y luego nos cancela el servicio de Messenger porque cree que ahí está la subversión de los trabajadores del IFE. Compañeros, salvemos al IFE de esta errática dirección. No seamos cómplices de quienes decidieron adelantarse al tribunal y declarar presidente electo a quien lleva la ventaja en los conteos distritales. No importa el color al que te sientas identificado, la democracia quedará gravemente dañada si estos Consejeros se mantienen en pie y siguen burlándose de los partidos, de sus trabajadores y de todos los mexicanos que han creído en el IFE. Luis Carlos Ugalde le debe una explicación a todos para saber porque insiste en arrojar por la borda los años que hemos entregado a la construcción de la democracia todos los mexicanos y, en particular, los trabajadores del IFE que hemos contribuido en el apuntalamiento de este bastión de la sociedad (de Rodrigo Morales habrá que esperar que algún mariachi de Garibaldi lo pueda rescatar, que a Andrés Albo lo regresen a una ventanilla de Banamex en alguna sucursal de esas que hay en las tiendas departamentales. De Arturo Sánchez…. pues basta que deje Viaducto-Tlalpan y se refugie en cualquiera de las entrecalles de avenida Tlalpan a la altura del metro Villa de Cortés).
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