JALISCO
CARLOS ENRÍQUEZ BUENO
¿Gobierno municipal de Guadalajara vs. ciudadanos?
La administración de Alfonso Petersen Farah debe apostarle en serio a la participación ciudadana para superar el desastre y la de sus antecesores inmediatos, de Coll Carabias para acá, y que convirtieron al municipio de Guadalajara en coto de poder y beneficio de intereses particulares
Usted como ciudadano, ciudadana tapatío (a), ¿conoce el Reglamento de Policía y Buen Gobierno de Guadalajara?, ¿el Reglamento para el Ejercicio del Comercio, Funcionamiento de Giros y de Prestaciones de Servicios...?, ¿las finalidades y el funcionamiento de los Juzgados Municipales?, ¿qué beneficios puede reportar a la ciudadanía el Tribunal Administrativo y por qué está trabado en su funcionamiento ahora?, ¿para qué sirve la Oficina de Asuntos Internos de la Policía Municipal, y por qué es importantísimo que esté a cargo de ella una persona imparcial y libre de toda sospecha de complicidad? ¿Qué es el programa D.A.R.E.? ¿Está enterado desde cuándo funciona el Reglamento del Consejo para la Transparencia y Etica Pública y cuáles son sus atribuciones y procedimientos? ¿Sabe de la existencia del Instituto Municipal de la Mujeres? ¿Conoce cuáles son los procedimientos para formar las Asociaciones de Colonos y cuáles son las finalidades y atribuciones de éstas? ¿Entiende ahora por qué muchas de ellas dejan de cumplir su función al aliarse a las autoridades y decidiendo las mesas directivas unilateralmente en contra de sus representados? ¿Está enterado de que puede hacer denuncias ciudadanas por internet?
Si no conoce lo anterior, debiera informarse porque puede encontrar importantes instrumentos para el fortalecimiento de la participación ciudadana, o explicaciones de por qué sucede lo que sucede. Lo enlistado no es sino un muestrario mínimo de la información que no sólo debiera ser pública sino ampliamente promocionada, sin embargo, es fácil entender que, por ejemplo, en el aspecto de reglamentos casi es una información secreta por su falta de difusión a o de dificultad en el acceso a ellos. El panista doctor Petersen, nuevo presidente municipal de Guadalajara, daría una buena muestra de vocación ciudadana promocionando ampliamente ésta y mucha más información favorable al fortalecimiento ciudadano y municipal, antes de caer en la tentación de sus correligionarios antecesores con promociones de autocelebración y autoelogio, en la que tanto la administración de González Márquez como la de su inefable sustituto podrían competir por el reconocimiento de Guinness.
Parte del problema democrático es el punto de partida de los gobernantes ya que pareciera una tradición continuada por el panismo sin ningún rubor, considerar a los ciudadanos súbditos, menores de edad, más que personas adultas con obligaciones, pero sobre todo con derechos. Vale decir que la mirada bastante parcial de los gobernantes, casi sin excepción, considera a los ciudadanos como silenciosos cumplidores de los caprichos, excesos, excentricidades y atropellos de autoridades de diverso calibre, que no están sujetas a ninguna reglamentación o sanción, a ningún escrutinio, ni siquiera a un comportamiento medianamente decoroso acorde a su investidura. Considerar por ejemplo el Palacio Municipal como coto privado poniendo a la policía a regular el acceso ciudadano, muestra muy gráficamente los niveles a los que ha llegado, por un lado, la mentecatería y el abuso del poder y, por el otro, la dejadez, la abulia ciudadana o el desconocimiento de los derechos que le asisten, o ambas circunstancias a la vez.
Los llamados a la transparencia y a la participación ciudadana es hora de que abandonen las poltronas declaratorias y se traduzcan en iniciativas y medidas concretas para la acción. De una parte, por autoridades responsables y respetuosas con la ciudadanía y, de otra, por ciudadanos y ciudadanas dispuestas a tomar en su mano las acciones, reglamentos e iniciativas tendientes a revertir tanto perjuicio contra ellos, contra la calidad de vida y hasta su propio patrimonio. Mire el habitante de esta noble y leal ciudad a su alrededor: los deterioros en el equipamiento urbano, la inseguridad creciente, la polución al alza, la proverbial estulticia policíaca (policía científica y conciente, Petersen dixit, ¿será?), el apropiamiento ilegítimo de los espacios públicos por intereses privados, los niveles de contaminación auditiva sancochados por la pléyade de ociosos con el estéreo del automóvil a todo volumen, la tianguización de la economía a pasos agigantados, la falta de tino para regular el comercio ambulante, los pequeños ejércitos de franeleros y limpiaparabrisas que no desaparecerán por la acción policíaca sino por políticas públicas acertadas, pero que mientras tanto siguen asaltando literalmente a todo quien se pone a su alcance, la anarquía de comerciantes establecidos invadiendo las calles con sus tendidos y bocinas a todo volumen, la agresiva violencia visual de espectaculares y anuncios luminosos instalados multiplicadamente con criterios de abarroteros ambiciosos, los abusos de los estacionamientos privados sin ningún tipo de justificación para las anárquicas tarifas que imponen a ciencia y paciencia (¿complicidad?) de las autoridades, la deficiencia en los servicios básicos de todo municipio: bacheo, agua y alcantarillado, recolección de basura; la deforestación feroz que las propias autoridades realizan sobre cualquier espacio verde, el creciente gigantismo del parque vehicular incontrolable y sin vías de solución estructural ya que pasa por una reestructuración radical del concepto de transporte público que –por supuesto– está más allá de los intereses de los trogloditas que actualmente se benefician de las concesiones. Asimismo, la anarquía y voracidad en los nuevos desarrollos urbanos con servicios deficientes y con notables déficits en los espacios públicos vocacionados para el servicio comunitario.
Todo el listado anterior, abordado por las autoridades con notable y sistemática ausencia de soluciones de fondo, más que posposiciones y simulaciones. Vea el ciudadano la calidad de los servicios y la ineficacia de las autoridades para resolver efectivamente las demandas ciudadanas y reflexione sobre lo que hace posible que quienes llegan al poder sean tan sordos e ineptos, y den la espalda con tanta facilidad al traído y llevado bien común. Por lo demás, el abandono del interés y la participación legítimamente ciudadana le abona, y mucho, al arribismo de la casta de políticos profesionales que no piensan sino en la próxima chamba, en las próximas elecciones, o en el próximo reparto del poder, y mientras tanto, el de a pie o la de a pie que se jodan.
Sin ser ingenuos, una metrópoli de la importancia de Guadalajara merece ver hacia el futuro y hacerlo representa abandonar los aspectos más atrasados y gravosos para la ciudad y sus habitantes, pero desde una perspectiva moderna, es decir, de corresponsabilidad, no de imposición de cargas unilaterales y autoritarias que desconocen o dejan de lado las voces y los derechos ciudadanos o que desnaturalizan las atribuciones de las autoridades. ¿Cómo hacer para compatibilizar derechos, responsabilidades y obligaciones en una ciudad compleja y contradictoria? Entre otras cosas, con reglas claras y con cumplimientos irreprochables, con la política como instrumento regulador, más que como envilecida costumbre mediante la cual una casta de favorecidos toman con patrimonialismo y discrecionalidad, como cosa privada, los intereses públicos, las decisiones que afectan a la colectividad de diversa manera. Con sanciones ejemplares contra el abuso y la corrupción, con el fortalecimiento de la cultura de la denuncia, la cual para prosperar requiere no sólo de la participación del valor civil sino de los procedimientos creíbles para la vigilancia, el seguimiento y la sanción. Con el fortalecimiento de las acciones ciudadanas y la organización de redes.
Si no se supera el tradicional círculo vicioso de que los ciudadanos no participan porque no son tomados en cuenta, y no son tomados en cuenta porque no participan, la degradación ambiental, comercial, social, urbana, en seguridad, será imparable y, ahora que todavía se pueden hacer muchas cosas, ya tenemos adelantos de lo que nos espera si el problema se sigue escapando de las manos.
Y, a propósito de manos, pesimista la panorámica de las manos atadas del nuevo alcalde, por el cercamiento –en el Cabildo– del tianguis político que le ha impuesto los intereses creados de los políticos profesionales que se reciclan con el cálculo del poder por el poder, insensibles a las demandas ciudadanas y dispuestos a contravenirlas y traicionarlas en cuanto representen obstáculo o amenaza a sus negocios o ansias de poder; a los trasiegos que son su razón de ser, y de ninguna manera la grandeza de una ciudad o la calidad de vida de sus habitantes. Por más que viajan con cargo al erario, nada se les pega de las fortalezas y bondades de las ciudades a las que presumiblemente fueron a aprender, según dijeron en su momento. Por su propia imagen y credibilidad, que no repitan la misma formulita corruptora del turismo municipal VTP. Los problemas, que no son pocos, están aquí y si nos atenemos a los escandalosamente escuetos y hasta lamentables resultados de los viajeros incansables, el elemental sentido común dicta: ¡Ya no por favor! Finalmente, y para decirlo de forma vernácula, “el que es perico donde quiera es verde y no necesitamos de bules para nadar”, a no ser que de plano se quiera seguir demostrando que la corrupción y el abuso de autoridad son la marca de la casa.
Una posible vía de escape de Petersen, es que le apueste en serio a la participación ciudadana y supere el desastre y la cochambre de sus antecesores inmediatos, de Coll Carabias para acá, reivindicándose personalmente si es que quiere ser sensible al clamor ciudadano. Que con la participación ciudadana como palanca neutralice los palafreneros eventuales que los grupos políticos dominantes le están imponiendo, poniéndose a salvo de ellos, incluso de cierta sotana. La modernidad, la legitimidad y la credibilidad lo exigen. ¿O vendrá dispuesto a seguir engordando la desprestigiada experiencia de la incompetencia, la insensibilidad, el atropello y la pena ajena, con esos compañeros de viaje? ¿A seguir irritando a una enojada y escéptica población? Al tiempo.
Estaremos atentos.
CARLOS ENRÍQUEZ BUENO
¿Gobierno municipal de Guadalajara vs. ciudadanos?
La administración de Alfonso Petersen Farah debe apostarle en serio a la participación ciudadana para superar el desastre y la de sus antecesores inmediatos, de Coll Carabias para acá, y que convirtieron al municipio de Guadalajara en coto de poder y beneficio de intereses particulares
Usted como ciudadano, ciudadana tapatío (a), ¿conoce el Reglamento de Policía y Buen Gobierno de Guadalajara?, ¿el Reglamento para el Ejercicio del Comercio, Funcionamiento de Giros y de Prestaciones de Servicios...?, ¿las finalidades y el funcionamiento de los Juzgados Municipales?, ¿qué beneficios puede reportar a la ciudadanía el Tribunal Administrativo y por qué está trabado en su funcionamiento ahora?, ¿para qué sirve la Oficina de Asuntos Internos de la Policía Municipal, y por qué es importantísimo que esté a cargo de ella una persona imparcial y libre de toda sospecha de complicidad? ¿Qué es el programa D.A.R.E.? ¿Está enterado desde cuándo funciona el Reglamento del Consejo para la Transparencia y Etica Pública y cuáles son sus atribuciones y procedimientos? ¿Sabe de la existencia del Instituto Municipal de la Mujeres? ¿Conoce cuáles son los procedimientos para formar las Asociaciones de Colonos y cuáles son las finalidades y atribuciones de éstas? ¿Entiende ahora por qué muchas de ellas dejan de cumplir su función al aliarse a las autoridades y decidiendo las mesas directivas unilateralmente en contra de sus representados? ¿Está enterado de que puede hacer denuncias ciudadanas por internet?
Si no conoce lo anterior, debiera informarse porque puede encontrar importantes instrumentos para el fortalecimiento de la participación ciudadana, o explicaciones de por qué sucede lo que sucede. Lo enlistado no es sino un muestrario mínimo de la información que no sólo debiera ser pública sino ampliamente promocionada, sin embargo, es fácil entender que, por ejemplo, en el aspecto de reglamentos casi es una información secreta por su falta de difusión a o de dificultad en el acceso a ellos. El panista doctor Petersen, nuevo presidente municipal de Guadalajara, daría una buena muestra de vocación ciudadana promocionando ampliamente ésta y mucha más información favorable al fortalecimiento ciudadano y municipal, antes de caer en la tentación de sus correligionarios antecesores con promociones de autocelebración y autoelogio, en la que tanto la administración de González Márquez como la de su inefable sustituto podrían competir por el reconocimiento de Guinness.
Parte del problema democrático es el punto de partida de los gobernantes ya que pareciera una tradición continuada por el panismo sin ningún rubor, considerar a los ciudadanos súbditos, menores de edad, más que personas adultas con obligaciones, pero sobre todo con derechos. Vale decir que la mirada bastante parcial de los gobernantes, casi sin excepción, considera a los ciudadanos como silenciosos cumplidores de los caprichos, excesos, excentricidades y atropellos de autoridades de diverso calibre, que no están sujetas a ninguna reglamentación o sanción, a ningún escrutinio, ni siquiera a un comportamiento medianamente decoroso acorde a su investidura. Considerar por ejemplo el Palacio Municipal como coto privado poniendo a la policía a regular el acceso ciudadano, muestra muy gráficamente los niveles a los que ha llegado, por un lado, la mentecatería y el abuso del poder y, por el otro, la dejadez, la abulia ciudadana o el desconocimiento de los derechos que le asisten, o ambas circunstancias a la vez.
Los llamados a la transparencia y a la participación ciudadana es hora de que abandonen las poltronas declaratorias y se traduzcan en iniciativas y medidas concretas para la acción. De una parte, por autoridades responsables y respetuosas con la ciudadanía y, de otra, por ciudadanos y ciudadanas dispuestas a tomar en su mano las acciones, reglamentos e iniciativas tendientes a revertir tanto perjuicio contra ellos, contra la calidad de vida y hasta su propio patrimonio. Mire el habitante de esta noble y leal ciudad a su alrededor: los deterioros en el equipamiento urbano, la inseguridad creciente, la polución al alza, la proverbial estulticia policíaca (policía científica y conciente, Petersen dixit, ¿será?), el apropiamiento ilegítimo de los espacios públicos por intereses privados, los niveles de contaminación auditiva sancochados por la pléyade de ociosos con el estéreo del automóvil a todo volumen, la tianguización de la economía a pasos agigantados, la falta de tino para regular el comercio ambulante, los pequeños ejércitos de franeleros y limpiaparabrisas que no desaparecerán por la acción policíaca sino por políticas públicas acertadas, pero que mientras tanto siguen asaltando literalmente a todo quien se pone a su alcance, la anarquía de comerciantes establecidos invadiendo las calles con sus tendidos y bocinas a todo volumen, la agresiva violencia visual de espectaculares y anuncios luminosos instalados multiplicadamente con criterios de abarroteros ambiciosos, los abusos de los estacionamientos privados sin ningún tipo de justificación para las anárquicas tarifas que imponen a ciencia y paciencia (¿complicidad?) de las autoridades, la deficiencia en los servicios básicos de todo municipio: bacheo, agua y alcantarillado, recolección de basura; la deforestación feroz que las propias autoridades realizan sobre cualquier espacio verde, el creciente gigantismo del parque vehicular incontrolable y sin vías de solución estructural ya que pasa por una reestructuración radical del concepto de transporte público que –por supuesto– está más allá de los intereses de los trogloditas que actualmente se benefician de las concesiones. Asimismo, la anarquía y voracidad en los nuevos desarrollos urbanos con servicios deficientes y con notables déficits en los espacios públicos vocacionados para el servicio comunitario.
Todo el listado anterior, abordado por las autoridades con notable y sistemática ausencia de soluciones de fondo, más que posposiciones y simulaciones. Vea el ciudadano la calidad de los servicios y la ineficacia de las autoridades para resolver efectivamente las demandas ciudadanas y reflexione sobre lo que hace posible que quienes llegan al poder sean tan sordos e ineptos, y den la espalda con tanta facilidad al traído y llevado bien común. Por lo demás, el abandono del interés y la participación legítimamente ciudadana le abona, y mucho, al arribismo de la casta de políticos profesionales que no piensan sino en la próxima chamba, en las próximas elecciones, o en el próximo reparto del poder, y mientras tanto, el de a pie o la de a pie que se jodan.
Sin ser ingenuos, una metrópoli de la importancia de Guadalajara merece ver hacia el futuro y hacerlo representa abandonar los aspectos más atrasados y gravosos para la ciudad y sus habitantes, pero desde una perspectiva moderna, es decir, de corresponsabilidad, no de imposición de cargas unilaterales y autoritarias que desconocen o dejan de lado las voces y los derechos ciudadanos o que desnaturalizan las atribuciones de las autoridades. ¿Cómo hacer para compatibilizar derechos, responsabilidades y obligaciones en una ciudad compleja y contradictoria? Entre otras cosas, con reglas claras y con cumplimientos irreprochables, con la política como instrumento regulador, más que como envilecida costumbre mediante la cual una casta de favorecidos toman con patrimonialismo y discrecionalidad, como cosa privada, los intereses públicos, las decisiones que afectan a la colectividad de diversa manera. Con sanciones ejemplares contra el abuso y la corrupción, con el fortalecimiento de la cultura de la denuncia, la cual para prosperar requiere no sólo de la participación del valor civil sino de los procedimientos creíbles para la vigilancia, el seguimiento y la sanción. Con el fortalecimiento de las acciones ciudadanas y la organización de redes.
Si no se supera el tradicional círculo vicioso de que los ciudadanos no participan porque no son tomados en cuenta, y no son tomados en cuenta porque no participan, la degradación ambiental, comercial, social, urbana, en seguridad, será imparable y, ahora que todavía se pueden hacer muchas cosas, ya tenemos adelantos de lo que nos espera si el problema se sigue escapando de las manos.
Y, a propósito de manos, pesimista la panorámica de las manos atadas del nuevo alcalde, por el cercamiento –en el Cabildo– del tianguis político que le ha impuesto los intereses creados de los políticos profesionales que se reciclan con el cálculo del poder por el poder, insensibles a las demandas ciudadanas y dispuestos a contravenirlas y traicionarlas en cuanto representen obstáculo o amenaza a sus negocios o ansias de poder; a los trasiegos que son su razón de ser, y de ninguna manera la grandeza de una ciudad o la calidad de vida de sus habitantes. Por más que viajan con cargo al erario, nada se les pega de las fortalezas y bondades de las ciudades a las que presumiblemente fueron a aprender, según dijeron en su momento. Por su propia imagen y credibilidad, que no repitan la misma formulita corruptora del turismo municipal VTP. Los problemas, que no son pocos, están aquí y si nos atenemos a los escandalosamente escuetos y hasta lamentables resultados de los viajeros incansables, el elemental sentido común dicta: ¡Ya no por favor! Finalmente, y para decirlo de forma vernácula, “el que es perico donde quiera es verde y no necesitamos de bules para nadar”, a no ser que de plano se quiera seguir demostrando que la corrupción y el abuso de autoridad son la marca de la casa.
Una posible vía de escape de Petersen, es que le apueste en serio a la participación ciudadana y supere el desastre y la cochambre de sus antecesores inmediatos, de Coll Carabias para acá, reivindicándose personalmente si es que quiere ser sensible al clamor ciudadano. Que con la participación ciudadana como palanca neutralice los palafreneros eventuales que los grupos políticos dominantes le están imponiendo, poniéndose a salvo de ellos, incluso de cierta sotana. La modernidad, la legitimidad y la credibilidad lo exigen. ¿O vendrá dispuesto a seguir engordando la desprestigiada experiencia de la incompetencia, la insensibilidad, el atropello y la pena ajena, con esos compañeros de viaje? ¿A seguir irritando a una enojada y escéptica población? Al tiempo.
Estaremos atentos.
YA BASTA, de que el poder del dinero se imponga a la moral, a la dignidad del PUEBLO DE MEXICO, apoyemos a Obrador
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