HABLANDO DE LAS CAUSAS SOCIALES DEL CONFLICTO.
Daltonismo social Fernando Ortiz Proal 11 de agosto de 2006 |
E n la trastienda del conflicto postelectoral que tiene sumergido al país en un estado de creciente volubilidad, se oculta el fantasma de la pobreza. El profundo abismo social que ha generado la inequitativa distribución del ingreso en el mundo, es un fenómeno que en la actualidad ha alcanzado alarmantes dimensiones.
Las diferencias en cuanto al ingreso anual per cápita son escandalosas; por citar un ejemplo, mientras que Suiza tiene uno de más de 40 mil dólares, Mozambique y Etiopía tienen 80 y 100 dólares, respectivamente. Esto significa que en estos últimos dos países sus habitantes tienen un ingreso anual equivalente a 0.2% del ingreso de un suizo.
Desafortunadamente la situación latinoamericana no es muy diferente y nuestro país tampoco puede escapar a esa penosa realidad. Hace unas cuantas semanas, el Banco Mundial hizo público un informe titulado "Redistribución del ingreso a los pobres y ricos; transferencias públicas en América Latina y el Caribe".
En este análisis, la reconocida institución financiera internacional afirma que si bien los países latinoamericanos no se cuentan entre los más pobres del orbe, en estas naciones, incluyendo a nuestro país, predomina una desigual distribución de la riqueza respecto de otras regiones.
En lo que toca a México, las conclusiones del informe son desalentadoras y exhiben la demagogia con la que el gobierno federal ha hablado del combate a la pobreza, cuando en realidad son magros los resultados obtenidos. En principio, se afirma que la mitad de los mexicanos viven en situación de pobreza, con esta triste revelación se echan por tierra las cifras alegres de la actual administración, que sufre de daltonismo social puesto que desde hace algunos años ya no ve pobres en México.
Por un lado, se sostiene que el gasto público en apoyo a los más pobres ha sido muy bajo. Y, por otro lado, se afirma que los verdaderos beneficiarios de algunos programas sociales implementados en México con la intención de contrarrestar los efectos de la pobreza, como el Procampo, no han sido los más pobres.
Así las cosas, resulta increíble que ante la evidencia de las necesidades más elementales que padecen millones de mexicanos, el gasto en protección social se ha limitado a 3.5% del PIB, cuando el gasto social total es de 9.8%.
En estas condiciones vale la pena recuperar algunas ideas que a finales de la década pasada publicó el jurista y novelista mexicano Gerardo Laveaga -cuya reciente novela histórica El sueño de Inocencio recomiendo ampliamente- en un ensayo titulado "La cultura de la legalidad", y que en forma muy general son del siguiente orden: la fuerza del Estado encuentra su razón de ser en el consenso social. La clase dominante en un Estado -gobierno y grupos de poder- se legitima en la medida que logra mantener la cohesión social. Y esto sólo es posible cuando los distintos grupos que integran la comunidad, independientemente de sus particulares intereses gremiales, encuentran en ésta un ambiente adecuado para satisfacer sus necesidades, cuando menos aquellas que les son básicas. En este sentido, la pobreza es la más elocuente manifestación de la ausencia de entendimiento entre los grupos.
El consenso legitima al Estado, brinda estabilidad y permite promover una axiología afín en la comunidad; y en este punto, valores como la justicia, la legalidad y la democracia encuentran las vías para su perfeccionamiento. Por su parte, el distanciamiento social que induce la pobreza fomenta el desencuentro, mientras que la continuidad del conflicto es el principal obstáculo para el desarrollo.
Lamentablemente todo parece indicar que en este momento precisamente nos encontramos en esta coyuntura. Y es que en última instancia, tras bambalinas del conflicto postelectoral que vivimos subyacen los abismos sociales generados por la pobreza. Incluso el discurso de los pobres no resultaría políticamente rentable si la pobreza no fuera una realidad generalizada.
Por ello, independientemente de quien o quienes resulten favorecidos al final de la escaramuza electoral de 2006, sin importar qué principio o instituciones prevalezcan al terminar este asunto, no se debe perder de vista que detrás de esta cuestión está la pobreza, y que ninguna determinación será lo suficientemente sólida hasta en tanto no se combata esa injusticia.
ferortiz@consultoreslegislativos.com
Abogado, profesor en la Facultad de Derecho de la UNAM
YA BASTA, de que el poder del dinero se imponga a la moral, a la dignidad del PUEBLO DE M?XICO, apoyemos a Obrador
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